¿Por qué razón no transformar la educación en algo más entretenido? No confundamos el juego con la ausencia de límites, con no dejar las reglas claras y perder el rol de progenitores. No somos amigos, somos formadores, progenitores, protectores, y podemos sostener una relación de confianza y complicidad semejante a la de sus amigos. Mas no somos amigos. Los amigos son sus iguales y no lo somos.
Podemos jugar para instruir en todo género de valores, aun se puede aprender a competir de forma sana con uno mismo. A fin de que los juegos educativos funcionen, lo idóneo es que como progenitores participéis en ellos, tanto como protagonistas, como siendo jueces o bien motivadores,. ¿Sabéis lo que responde un pequeño, aun un adolescente, cuando sus progenitores le afirman “vamos a jugar”? ¡Vale! Todos estamos prestos a pasar un rato entretenido, lúdico, y si sirve para aprender, mejor. Lo que se aprende jugando, se comprende, retiene y reproduce mejor.
Este fin de semana se me ocurrió meditar que sería excelente que los pequeños tuviesen un léxico más rico…y como progenitores asimismo. Con lo que como tenemos chat familiar, les planteé que día a día colgaríamos una palabra letrada en el chat, con su definición, y que a lo largo del día tratáramos de componer alguna oración en la que usáramos la palabra nueva y que por favor la compartiesen con amigos a ver qué cara se les quedaba. Les colgué las primeras 5 palabras, que fueron las siguientes:
Alipori = vergüenza extraña.
Baldragas = hombre flojo, sin energía.
Collón = cobarde.
Egresar = salir de alguna parte.
Sicofanta (esta les hizo singularmente gracia) = farsante, calumniador.
Hemos estado todo el fin de semana “jugando” con las palabras. “El novio de mi amiga fulanita es un collón, ha cortado con ella por WhatsApp”; “me siento como un baldragas tras la sesión de running de esta tarde”; “qué ganas de egresar de Zaragoza para irnos de vacaciones”; y de este modo una oración tras otra. La risa era mayor cuando tratábamos de edificar una oración con múltiples palabras, “el sicofanta ese ya está egresando de Zaragoza antes que le coja, va a ser collón el tío”. El hecho de edificar oraciones juntos, compartirlas, el estar atentos a la inventiva del otro, produjo un entorno muy entretenido en el momento de comer. A exactamente la misma vez, se estimula su inventiva, nos reímos por el hecho de que ciertas oraciones rozan el absurdo, produce complicidad y nos desconecta del móvil y la tablet. Es una actividad en la que participamos todos. Participó hasta la abuela, que lógicamente conocía la mitad de las palabras sin haberlos debido mirar en el diccionario.
Desde este momento vamos a coger la costumbre de aprender una palabra nueva al día. Es verdad que esta clase de palabras no son de empleo frecuente, mas nuestro cerebro se estimula con cada aprendizaje que efectuamos. Es ameno tener un repertorio de palabras letradas. Y si las sumamos, a fin de año vamos a conocer trescientos sesenta y cinco nuevas palabras.
Igual que jugamos para aprender palabras, lo podemos hacer a fin de que obedezcan, valoren, agradezcan, se respeten entre los hermanos, sean más educados y afables. En otros posts os voy a ir planteando diferentes juegos a fin de que instruir sea considerablemente más ameno. Cuando algo es ameno se aprende ya antes y mejor.
Como afirma Howard Gardner, “el propósito de la educación es conseguir que los pequeños deseen hacer lo que deben hacer”. Qué mejor que a través del juego. Solo debes amoldarlo a su edad y participar con ellos. No todo se puede enseñar jugando, peo si le echas un tanto de inventiva, seguro que este propósito te va a facilitar mucho el camino.
Vea algunos motivos par educar jugando: http://blopp.es/curiosidades-del-hogar/curiosidades-juguetes-educativos/